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En plena Guerra Fría, el presidente de los Estados Unidos de América, Dwight Eisenhower, promueve el plan Gran Salto, una estrategia comercial que ha de acallar las voces contrarias al presidente ruso Kruschev y consolidarme en una posición suficientemente estable como para promover la apertura del país y su democratización. Para ello, incita a un reducido grupo de empresarios judíos norteamericanos, con enorme riqueza y poder, a establecer vínculos comerciales con Rusia. Sin embargo, esta maniobra no es vista con buenos ojos por la Iglesia católica que, encabezada por el papa Pío XII, promulgará una encíclica conminatoria con el fin de impedir cualquier posible lazo comercial con el bloque soviético. Son los últimos días de un papa cuya sucesión se verá marcada por la interferencia de White, Freeman y Bernstein, los empresarios dispuestos a todo para frenar la redacción de la encíclica, ya que ello supondría la pérdida de los tentadores mercados comunistas. En esta coyuntura, los tres empresarios utilizan todos los medios a su alcance para llevar a cabo sus propósitos. Muy pronto su empresa cobrará unas dimensiones descomunales, pues una consulta a un viejo rabino conocedor de la sabiduría cabalística les implicará de lleno en una antigua profecía de Marsilio de Padua; profecía que desvelará la identidad del sucesor de Pío XII. El nuevo papa, apodado la Termita Reina, estará llamado a roer los cimientos de la anquilosada Iglesia cató lirica tradicional hasta demolerlos. Para conseguirlo, deberán sobornar, chantajear, extorsionar e incluso asesinar. Nada les detendrá.