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El griego Esopo que vivió entre los años 620-564 a. C. está considerado, con toda justicia, como el padre de la fábula, esa pequeña joya literaria que pone en boca de los animales y en ocasiones también en boca de seres mitológicos y otros elementos como el viento o el sol, las debilidades humanas. Todas terminan con una moraleja que condena la avaricia, la soberbia, la codicia o ensalza la astucia y la inteligencia. Esopo las escribió en prosa, en un estilo sencillo, claro, irónico, siempre fácil de entender y su éxito ha sido clamoroso a través de los siglos. Ha tenido numerosos imitadores, desde el romano Fedro a los fabulistas de lailustración como el francés La Fontaine o los españoles iriarte y Samaniego. Resultan tan brillantes y actuales como cuando se escribieron hace más de dos milenios.