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Amir cuenta su historia. Cuando llega a Birmingham comparte piso y condición de ilegal con varios compatriotas. Para ellos, la vida no es más que trabajar a destajo y matar en casa los pocos ratos libres. El deseo colectivo de pasar del todo inadvertidos los conduce al autoencierro y a vivir situaciones de pánico que rozan incluso la hilaridad. Años después, consigue reunir a su familia en el país de acogida. Su hija Parvin vive escindida entre dos formas de vida: disfruta entre las paredes de su casa con los olores, la comida, los vestidos de su tierra, pero cuando cierra la puerta de su casa querría confundirse con la multitud y pasar desapercibida. Por el contrario, su padre, aunque sabe controlar las reglas del juego de su país de acogida, está convencido de la supremacía de su cultura. Cuando Amir descubre que Parvin tiene un novio inglés y blanco, intenta amañar su boda con un joven paquistaní. Ante la resistencia de ésta, Amir decide encerrarla en un sótano, creyéndola poseída por un jinn, un genio maléfico al que él mismo hubo de enfrentarse de joven.