Entre ondas y párticulas
Guerra de corrientes
La revolución de la electricidad . Tesla y Edison no podían ser personas más distintas: ciencia contra negocio, especulación frente a pragmatísmo, desinterés frente a rentabilidad. Su lucha por establecer el estándar de la red de corriente eléctrica se volvió especialmente despiadada porque sucedió durante la segunda revolución industrial, cuando una nueva energía volvía a poner el mundo patas arriba, trayendo espectacularesoportunidades que atrajeron la atención de las grandes corporaciones dirigidas por los magnates del mito norteamericano: Rockefeller, Vanderbilt, Morgan… Edison y Telsa tuvieron que nadar en las mismas aguas salvajes que los grandes tiburones de aquel periodo llamado el Gran Capitalismo, cuando este régimen socioeconómico sentó sus pilares. El relato intenso de aquella guerra aúna historia y ciencia y, a la vez, presenta los conceptos teóricos que permiten comprender una de las cuatro grandes fuerzas del universo: la electricidad.
NEWTON. La ley de la gravedad. La fuerza más atractiva del universo
NEWTON. La ley de la gravedad. La fuerza más atractiva del universo
ISAAC NEWTON lidero la revolución científica que tomó Occidente al asalto en el siglo XVII y cuyo punto álguido fue la publicación en 1687 de los Principia Mathematica, obra en la cual Newton postuló un cosmos armado por tres leyes que regían el movimiento y por una fuerza atractiva de alcance universal: la gravedad. A estas aportaciones fundamentales aún hay que sumar la invención del cálculo y las bases de la óptica para componer la figura de un genio sin parangón. Considerado por todo ello como la personificación misma del racionalismo, la realidad es que fue y un hombre de una personalidad compleja y difícil que se enzarzó en agrias disputas con ilustres contemporáneos como Leibniz o Hooke y dedicó la misma energía intelectual a la ciencia que a la alquimia o la tecnoloía. GRANDES IDEAS DE LA CIENCIA.
El discurso del método
Las ideas filosóficas del pasado se contradicen, los sentidos pueden llevar a engaño, el pensamiento puede equivocarse y Descartes quiere construir una filosofía carente de duda. Y crea el concepto de «la duda metódica» o sea, la misma duda como método filosófico. De su extensa obra quizá la más conocida y admirada sea el Discurso del Método, de 1637, cuyas líneas maestras son las propias palabras del genial filósofo: «Mientras quería así que todo era falso, era menester, necesariamente, que yo que lo pensaba, fuese algo; y observando esta verdad «pienso, luego soy», era tan firme y tan segura que todas las demás extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de quebrar, juzgué que podía admitir sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que buscaba