Tras el Big Bang
El origen del Universo representa uno de los misterios que ha ocupado a la humanidad desde un nacimiento y ha sido objeto de análisis tanto para la filosofía como para la ciencia o la religión. Este volumen se ocupa de la cosmología, la rama de la física que se encarga del estudio del Universo como un todo, incluyendo su origen, su evolución y su destino. Desde un punto de vista eminentemente observacional repasaremos las principales evidencias que sustentan el modelo de la gran explosión, que mantiene que el Universo nació hace 13.800 millones de años en un estado de densidad y temperatura extremadamente altas: la expansión cósmica, las abundancias de los diferentes elementos químicos, la radiación de fondo de microondas, la distribución de la materia a gran escala… Hace tan sólo cien años nada sabiamos sobre esos temas. Aún hoy subsisten misterios como la naturaleza de la materia o la energía oscuras, que nos indican que queda mucho por aprender en el futuro.
Las teorías del caos y la complejidad
Las teorías del caos y la complejidad
El mundo es un caleidoscopio. En el lenguaje cotidiano «caos» es cualquier desbarajuste a las veleidades del azar, al ruido, a la ausencia de reglas… Pero en el ámbito de la ciencia, «caos» adquiere un nuevo significado. El caos en el sentido físico y matemático (el caos determinista) no es un desorden total nise debe a la ausencia de reglas. Antes al contrario, lo interesante del caos determinista, que puede apreciarse en los caprichos del estado del tiempo, las sorpresas de la economía mundial y las variaciones de los ritmos del organismo, es que se trata de un desorden ordenado; un determinismo disfrazado de azar. La sorpresa del caos determinista ha perdido algo de impacto inicial que hizo que algunos clamaran, en los años ochenta, que nos encontrábamos ante la tercera gran revolución de la ciencia del ciglo XX (después de la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica). El caos no desencadenó la revolución que esperaba; más bien se ha integrado al arsenal intelectual del cientifico del siglo XXI. En los últimos treinta años los caminos que abrióhan confluido en una gran avenida, la ciencia de la complejidad. Este libro es una cronología de las teorías del caos y la complejidad. Más bien es un catalogo comentado de los sucesos más importantes y los conceptos que han ido emergiendo de ellos, con muchos ejemplos interesantes.
NEWTON. La ley de la gravedad. La fuerza más atractiva del universo
NEWTON. La ley de la gravedad. La fuerza más atractiva del universo
ISAAC NEWTON lidero la revolución científica que tomó Occidente al asalto en el siglo XVII y cuyo punto álguido fue la publicación en 1687 de los Principia Mathematica, obra en la cual Newton postuló un cosmos armado por tres leyes que regían el movimiento y por una fuerza atractiva de alcance universal: la gravedad. A estas aportaciones fundamentales aún hay que sumar la invención del cálculo y las bases de la óptica para componer la figura de un genio sin parangón. Considerado por todo ello como la personificación misma del racionalismo, la realidad es que fue y un hombre de una personalidad compleja y difícil que se enzarzó en agrias disputas con ilustres contemporáneos como Leibniz o Hooke y dedicó la misma energía intelectual a la ciencia que a la alquimia o la tecnoloía. GRANDES IDEAS DE LA CIENCIA.
Ciencia y creencias
Hisatorias de éxitos e ilusiones. La ciencia es el mejor instrumento que poseemos para conocer la realidad. Lo que sabemos es el resultado de un camino largo y torturoso recorrido con el deseo de explicar cuanto nos rodea. A partir de la observación de la naturaleza, el genero humano ha intentado dar respuesta a sus interrogantes recurriendo a la magia y elaborando mitos y sistemas religiosos. Con el paso del tiempo, gracias a una observaciones cada vez más elaboradas y a instrumentos más eficaces, se han conseguido métodos y técnicas fiables, se han establecido las reglas que nos permiten estudiar la naturaleza de forma correcta y llegar a la formulación de conclusiones que pueden compartirse. En estas páginas se recorre este camino: algunas creencias antiguas opueden arrancarnos una sonrisa, pero no hay que olvidar que la ciencia necesita imaginación y creatividad, y que hemos llegado a muchas respuestas por cías extrañas e imprevisibles. Como escribio el gran físico Richard Freynman: «si no se pudiera o quisiera mirar en nuevas direcciones, si no se albergaran dudas, o no se reconociera el valor de la ignorancia, no se produciran ideas nuevas».