El evangelio según el espiritismo
Allan Kardec, cuyo verdadero nombre fue León-Hippolyte Denizart Rivail, nació en Lyon en 1804 y murió en Paris en 1869. De profesión pedagogo, discípulo del gran Pestalozzi, inició en el estudio de los fenómenos mediúmnicos en 1854, con el espíritu analítico que le caracterizaba. De esos estudios y observaciones dedujo toda una filosofía a la que dio nombre de Espiritismo -vocablo que él creó-. Sus obras, que forman la Codificación espiritista, son El libro de los Espíritus, (1857), Qué es el espiritismo (1859), El libro de los médiums (1861), El Evangelio según el espiritismo (1864), El cielo y el Infierno (1865), EI Génesis (1868) y Obras Póstumas (1890).
La presente obra está destinada a facilitar el camino a aquellas personas que, ocupándose del espiritismo, desean entrar por sí mismas en comunicación con los Espíritus.
Como él mismo dijo, este libro está dirigido a las personas que ven en el espiritismo un fin serio, que comprenden toda su gravedad, y las comunicaciones con el mundo invisible no les sirven de juguete.
Ser luz
«Para todos nosotros, Él es un hermoso recordatorio de que cuando compartimos el mensaje de Jesús, las velas de otros se encienden y cada vez más oscuridad se borra del mundo. Nuestro deseo es que este excelente libro inspire a millones de personas -incluido tu -a Ser Luz».
Roma Downey, productora y actriz
El plan para superar la oscuridad y vivir en la luz de Dios.
Nuestro mundo cada día es más complicado. Sentimos como si nos ahogáramos con un mar de codicia, violencia y lujuria. A medida que la oscuridad avanza, la esperanza se oscurece. Sin embargo, dentro de esa realidad, Dios nos da un mandato profundo…
Ser Luz
La luz siempre a definido a Dios y a sus seguidores. En el momento de la Creación, Dios creó la luz. Jesús es la luz del mundo. Y todos nacemos para absorber y después reflejar la luz de Dios.
En Ser Luz Samuel Rodríguez descrito por Fox News y CNN como «el líder Evangélico latino más influyente de los Estados Unidos»- nos ofrece un plan para enfrentarnos a la oscuridad en cada aspecto de nuestras vidas. El llama a cada creyente y la iglesia que se levanten y una vez más sean esa ciudad brillante en la colina que no sólo expone la oscuridad invasora, sino que la vence con la luz ardiente de Dios.